jueves, 10 de marzo de 2011

Soy Pura Mujer (SPM)

Eventual y regularmente en nuestras vidas nos despertamos un día con ganas de acribillar a alguien. Y una se pregunta qué pasa que hoy nos sale todo mal. Qué pasa que hoy me plancho el pelo exactamente igual que ayer y antes de ayer (y así sucesivamente) y hoy me queda horrible. Y no, no es la humedad, porque afuera hay un sol divino y corre una brisita fresca. Qué pasa que hoy pasé quince minutos delineándome los ojos, cuando usualmente me los delineo en tres y siempre me quedan bien.  ¿Por qué hoy no me queda bien NADA de lo que tengo en el placard? Y por supuesto, después de la clásica crisis del qué me pongo, pero magnificada, rompo en llanto porque soy horrible, nadie me quiere, me voy a morir sola, arrugada, fea, sin hijos, sin nietos, y sin gatos. Porque todos los gatos que pueda adoptar me van a abandonar en pos de la vecina que les da Whiskas. Porque claro, los muy malagradecidos se van con la yegua esa que es más rubia, más flaca, más pechugona, y encima les da Whiskas. Llanto compulsivo.

Ni hablar si una ya tiene un novio, novia, pareja estable, chongo de turno o como quiera llamarle, que seguro en ese mismo momento no está en el trabajo/facultad/médico/cirugía a corazón abierto (entiéndase como paciente, claro está) donde nos dijeron que estaban. No, seguro que está con otra. Con otra o con los tarados de los amigos que lo llevan por mal camino por jugar al pes 2010 en la playstation más de tres veces por semana. Continúese el llanto.

Y claro, vas a trabajar, al colegio, a la facultad y TODOS te miran porque estás espantosa. Y te pasás las manos por el pelo tratando de peinarte pero estás horrible igual. Y te aguantás las ganas de llorar. Y sí, esas yeguas en la parada del colectivo SEGURO que se ríen de lo espantosa que estás, porque a quién se le ocurre que puedan reírse de un chiste y/o anécdota.  Y no, hoy el chico que te gusta/compañero de trabajo no te miró porque estás horrenda, y no porque está concentrado en lo que hace. A todo esto el ya mencionado chongo de turno no te mandó un mensaje en TODO el día (y sí, son como las 10:45 de la mañana!) porque seguro que está demasiado ocupado para pensar en vos. Porque claro, qué más puede tener que hacer que pensar en vos un día de semana en plena mañana. Nada, obvio.

Como el día sigue  y son como las tres de la tarde y el muy hijo de (inserte puteadas varias) no mandó ni un mísero mensaje, una tiene que hacer algo. Hay que buscar la solución. Y la solución vale su peso y no en oro. Vale su peso en kilos de galletitas, helado, papas fritas, pizza, tortas de sabores y texturas varios, y restos de comida en la heladera.  Eso y posiblemente alguna película de esas sadomasoquistas como Diario de una Pasión o LoveStory. 

En el clímax de la película  por supuesto suena el celular. Y quién es si no el susodicho idiota desconsiderado, que nos habla dulcemente con un “mi amor, cómo andás?” Y arde Troya.  Cómo que cómo ando. ¿Y con esa tranquilidad me lo decís? Ah, pero veo que es la hora de la boludez.  O sea, pasó TODO el día (17:35) y no apareciste y esperás que te trate como si nada! No, así no va. No te importo ni un poco, no le das a nuestra relación el criterio que se merece y no quiero ser la que está más comprometida de los dos. CHAU.

Y como no nos alcanzó en una tanda, lo llamamos un par de veces más para putearlo en cuotas. Y el otro inepto seguro que no sabe ni qué hizo y se está rascando la cabeza  cual chimpancé analizando lo que hizo (no lo que no hizo) en el día para que nos enojáramos. Y hasta que no se dé cuenta de qué es lo que hizo, ni se nos ocurre perdonarlo. Y como cuidado paliativo a todo esto nos comemos un kilo de helado mientras lloramos porque él es un pelotudo y porque la mamá no nos quiere y seguro que ella le está llenando la cabeza en contra nuestro. Vieja retorcida. Trolo te va a salir el pibe así.  Más llanto.

A todo esto, en un pequeño espasmo en el que el llanto se termina una se da cuenta de que tiene un importante dolor en el abdomen. Y ¡Bingo! Bienvenido Andrés, gracias por traerme la explicación a la crisis que me abrumó todo el día. Al menos ahora ya sabemos que no estamos locas, o al menos no tanto. Y entonces suena el teléfono: “Hola mi amor… quería preguntarte si te vino”. Pobre, ¿no? Porque seguro que lo hizo con la mejor intención, pero tiene menos tacto que una gallina. ¿Cómo se le ocurre preguntarme si me vino cuando me vino? ¿Qué clase de problema a nivel neuronal tiene? No, eso no se pregunta, y eso te vale el corte telefónico. SALAME.

En fin, el tema es que no estabas horrible. Estás indispuesta. Bah, para una es más o menos lo mismo. Pero al menos nos trae a la memorias que somos MUJERES. Y, a pesar de Andrés, sigue siendo genial.

3 comentarios:

  1. jajajajajajaja, y bue...me saliste rayada!!!!

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  2. Buenisimo el relato del dificil arte de ser mujer!!!!
    Te dejo esta direccion de un blog que seguro, te va a gustar....fue el primer blog que visite (estaba tratando de entrar al mio y no sabia como hacerlo hasta que llegue ahi...vaya uno a saber por que) Es una mina muy copada y capo total en estas artes de escribir sobre lo cotidiano con humor, no te lo pierdas... http://lulet.blogspot.com/

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  3. Patricia Miguel escribió: "Coty sos muy divertida exponiendo el sentir femenino. Te felicito!!!!!"

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