martes, 8 de marzo de 2011

La Mamá Duende.

Pedro Calderón de la Barca escribió una famosa comedia de capa y espada (o de enredo) a saber : La Dama Duende. Extrapolando las peculiaridades del título al siglo XXI bien podríamos escribir una obra nueva: La Mamá Duende.  Mamá duende, particularmente en mi caso porque mi madre mide, con suerte, un metro y medio, pero además porque, universalmente, las madres tienen esa característica de perdernos (y por supuesto encontrarnos) las cosas.

Quién nunca llegó a su casa para encontrarse con su habitación, que funcionaba impecablemente bajo las leyes de la teoría del caos (entiéndase que, a pesar de ser un quilombo olímpico, uno encuentra todas sus cosas), absolutamente ordenada, pulcra, y sin montañas de ropa arrugada apiladas en los rincones. Fantástico, la pieza está divina, ahora, dónde quedó mi cartuchera, mi corpiño rojo, mi bolsa de caramelos sugus, mi revista de frivolidades, etc. (Porque sí, como cuarto de mujer, naturalmente se puede encontrar de todo, ya no es más la teoría platónica de la línea, ahora es la teoría de la cartera, aplicada a la totalidad del cuarto). Y empieza el verdadero caos.

-Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿dónde está mi…? Uh, loco. Esta mina, para qué carajo se mete… (continúese con puteadas varias).

Pasamos quince minutos revolviendo frenéticamente, llega la madre en cuestión, y como es mágica, como los duendes, tarda menos de setenta microsegundos en encontrar el elemento buscado. Ante nuestra mirada de asombro y la maternal frustración, que se refleja en sus miradas como un “ah (suspiro), no sé qué harías sin mí” y una leve negación dulce con la cabeza, yo les revelo aquí el secreto. No, no es poder maternal, no es simple orden, no puede ser que eso funcione de manera natural. Estoy segura de que en el momento de la concepción, a la mujer se le activa el mágico gen, claramente heredado del cromosoma materno, de la duendidad. Porque no hay otra explicación. El encontrar cada cosa perdida en la jungla amazónica que es el cuarto de una adolescente no es habilidad de madres, es magia necesariamente.  

Y además, este gen que funciona a la manera de los buscadores de metales para la arena (sí, creo que en sus cabezas oyen un “bip, bip” cuando se acercan al tesoro) viene acompañado de otros dones, por ejemplo:

El poder adivinatorio, para que antes de que les gritemos “Máaaa, me alcanzás…” Ella ya está con la toalla en la mano en la puerta del baño. O si no, para que cuando nos sale el tiro por la culata en una situación X, ellas estén ahí para decir “Yo sabía”. ¿Cómo carajo sabían? No me jodan, no puede ser que “por experiencia” sepan todo!

La capacidad de sanar, porque, desde la dulce y tierna infancia en la que nos duele un dedo porque nos lo agarramos por la puerta (haciendo cagadas, porque claramente nadie mete los dedos en la puerta sin querer y con otro fin que no sea hacer algo prohibido), si la madre viene y nos pone una curita, el dolor es menor que si la curita la pone el padre, tío, abuelo, primo, vecino, perro o perro del vecino. Y no seamos hipócritas, todos sabemos que esto continua con la adolescencia. Sí, tengo 37 grados de fiebre, y me siento terrible (ni hablar si sos hombre, posiblemente estés pensando qué flores querés en tu funeral), me puedo empastillar con cuanto analgésico se cruce en mi camino (o lo que sea que se tome para la fiebre), puede venir tu amiga, darte el mismo Ibupirac 600 que te da tu madre, pero apuesto mi casa a que si te lo da tu madre, en quince minutos vas a estar impecable.

En fin, duende, bruja, o la criatura mágica que se nos venga en gana. No son  normales, intentan engañarnos, se excusan con la misma trillada frase de “Cuando vos tomaste la sopa, yo ya estaba comiendo el postre” (que, aplicada a nuestros tiempos sería “cuando vos fuiste a la barra, yo ya estaba en pedo”), pero la verdad es que no son seres humanos normales. Están dotados de superpoderes e intentan, incansablemente, que no nos demos cuenta. ¿Y lo peor? Todos nosotros sospechamos que son brujas y no nos importa ni un poco. Porque, en definitiva, ¿Qué haríamos sin ellas?.

Y sí, madre hay una sola, y justo me tocó a mí la que tiene poderes mágicos. Genial, mi único consuelo es que, el día que tenga hijos, a mí también se me active el gen mágico y sea igual de irritantemente adorable que ellas.

Te amo, mamá.

9 comentarios:

  1. Muy bueno y cierto...!! Sobre todo...lo de la estatura de tu mama...!!! Bromas personales y de viejas conocidas aparte...me encanta el estilo y la frescura que le pones al escribir...desde ya...tu seguidora!!

    ResponderEliminar
  2. soy la mama duende! chiquita pero tal como me describio! orgullosa de mi hija!!!

    ResponderEliminar
  3. Maria Beatriz escribió:
    "Me encantó!!! Felicitaciones!!!"

    ResponderEliminar
  4. Agus Magri dijo: No podes escribir así.Sos grosa

    ResponderEliminar
  5. Maria Laura Cordova escribió:
    "Coti... tenés un poder de descripción impecable...me imagino a Gaby perfectamente con cada uno de los gestos y en cada uno de los momentos. Pero te cuento que ese gen en el caso de Gaby está totalmente potenciado y es envidiable.
    Ella está justo en el momento, con justo lo que necesitás y con esa carita de ... yo sabía. Es perfecto!!
    Te felicito.
    Maria

    ResponderEliminar
  6. Sandra Rutilo escribio: Te felicito Coty, me causó mucha gracias, muy ingenioso, sobre todo conociendo a tu mamá.Muy bueno!!!!

    ResponderEliminar
  7. Gabriela Balbi escribio: ‎"LA MAMÁ DUENDE" es lo massssss !! felicitaciones a Coty !!

    ResponderEliminar
  8. Caro Moreno escribio: Buenísimo!! Felicitaciones, Coti!!

    ResponderEliminar