sábado, 12 de marzo de 2011

Precisión Léxica, por favor.

Yo sé que, hoy por hoy, una mujer como la gente cotiza alto en el mercado, con la sobrepoblación de quinceañeras curdas y con expectativas de un futuro no promiscuo casi nulas. Lo sé, y lo entiendo. Y como lo entiendo, le pongo la mejor onda para asimilar por ósmosis los chamuyos insurrectos que a veces una escucha por la calle. Algunos son tan ingeniosos, que, de no ser por el hecho de que son olímpicamente groseros, los plasmaría todos, porque no tienen desperdicio. Pero bueno, internet es de acceso público y no queremos niños de 10 años que le griten tamañas groserías a las niñas. El punto es que, fuera de la elite que se dedica a atiborrarse la boca con cuanta palabra sexual y grosera se cruce en su camino para hacer luego ingeniosas asociaciones, existe otro pequeño grupillo de hombres al acecho que seguramente nos sorprenda con su talento lexical. Y no porque una diga “puta, este flaco me compra con su manera de hablar” (que haberlos, sí los hay), sino porque una se asombra (y no deja de asombrarse por unos cuantos años porque esta subespecie abunda en ejemplares) de la cantidad de estupideces que un hombre puede decirle a una mujer en pos de ganar su corazón.

Sin contar con los que buscan cualquier motivo, razón y/o circunstancia para agregarte al facebook, y cuando les preguntás que quién es, seguro que alguna huevada cósmica te tiran. No, que te vi en un grupo y me pareció que te conocía de algún lado. Eh, capo, tu ciudad actual es España, la mía Buenos Aires, explicame qué tan probable es que nos hayamos  cruzado. Y ni hablar de esos que hacen una cadena, la copian y  pegan y mandan a cuanta hembra encuentran en dicha red social. Mensajes a los que “cursi” les queda chico. Porque a quién de nosotras nunca le llegó un mensaje diciendo algo como “Te vi en tu foto de perfil, tu mirada es dulce, quizás seas la chica de mis sueños”. ¿Chica de tus sueños? Explicame cómo puedo haber llegado a tu incosciente si en tu puta vida me viste. Explicame eso, por favor. A todo esto, tu incosciente debe ser la realización semi material del llamado incosciente colectivo, digo, porque le mandaste el mensaje a toda la colectividad femenina del país, y de países linderos, ya que estabas.



La última que llegó a mis manos (o mis ojos, porque la leí, lejos de tocarla) fue “vi tus fotos y me pareciste una piba INTERESANTE”. Fantástico, ahora me siento como un alien. Sería genial que me dijera que soy interesante si me escuchó hablar, o no sé, entró a la pestaña de información y vio qué libros y películas me gustan. Pero ver una foto y parecerle interesante… Me hizo sentir como un mono para experimentación de cosméticos. ¿A qué clase de hombre se le ocurre intentar ganarse la simpatía de una chica diciéndole que es “interesante”? Si te parezco fea metele onda por otro lado. No sé, decime que tengo linda sonrisa, te  juro que me lavo los dientes todos los días, tres veces al día y con enjuague bucal. Decime que te gusta cómo me visto, que tengo una mirada misteriosa. Pero ¿que te parezco interesante? Por el amor de Dios, voy a volver a decirlo, me siento como un subgénero de rata de laboratorio examinada. Y encima después me la remata con “y sos una chica prolija con un aro en la nariz que le da el toque justo”. ¿Toque justo de qué? No me puse el aro para jugar a la bibliotecaria rockera. No, si será que Dios los cría, el viento los amontona, y los empuja en mi dirección, porque tengo un imán para la gente con chamuyos esquizoides.

Pero bueno, el punto es que una a veces se pregunta cómo hay tantas chicas lindas solteras o tantas lesbianas. Y es que una ya no sabe qué hacer. Porque si es lindo es tarado, si es tarado una lo deja de ver lindo, si es feo y encima tarado, menos que menos.  Conclusión, a seguir buscando, chicas, haberlos los hay, pero están bien escondidos los turros. No importa, ténganlo presentes, hombres aceptables, no se nos van a escapar. Y bueno, mientras tanto, a seguir promocionando a la RAE para que enseñe alguna palabra más copada que INTERESANTE. Interesante es un libro, y por mucho que me gusten las letras, no está bueno que te digan que te ves interesante. La primera asociación libre que una hace es “si soy interesante soy como un libro, ergo, soy cuadrada”. Gracias, lógica aristotélica. Gracias por volverme lo simplemente retorcida que soy, valga lo ambiguo.

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