lunes, 11 de julio de 2011

TACOmplicado.

El primer pensamiento después de superar un corazón roto es “Nunca más”. Nunca más me engancho, para qué.  Qué me voy a volver a ennoviar, ni loca. Joda quiero, que nadie me moleste, paz y tranquilidad, sola, conmigo y mi alma para aprender a aguantarme.

Y así vamos, chochas por la vida, porque estamos SOLAS Y GENIALES. Y vas a bailar y la cabeza bien en alto y todo me importa poco y nada y soy GENIAL, soy la crème de la crème.  ¿Y qué me mirás vos, aparato? Plis. Suspiro de superada.  Dale, DJ, poneme un reggaetón así bailo súper sexy y soy la reina del boliche (sí, vos, y todas las 250 reinas que están igual de solteras y superadas que vos, pero qué más da).  Y fulana que te presenta a mengano, y etc, etc, y se agranda la colección de números telefónicos/ facebooks/ msn a quien recurrir si el sábado que viene a la noche las chicas no se prenden a la salida y yo no me quiero quedar encerrada. Porque en esta etapa una se vuelve casi que fóbica a estar en su propia casa los fines de semana, las salidas son imperativos, los boliches son un deber, y alguien tiene que acompañarnos.

Y cuando todo marcha sobre ruedas, cuando la vida tiene un cómodo ritmo agitado (valga el oxímoron), es cuando Dios, Alá, Budda, el que más os guste, se ríe maliciosamente, codea a San Pedro, y/o superhéroe de apoyo (Como el Robbin de Batman), y murmura algo como “mirá cómo se la fuma en pipa” y te cruzan con ese pedazo de tarado diplomado que está buenísimo, que encima es inteligente y te hace pensar “¿O sea que mi post de ‘sí, todos los lindos son tarados’ está sujeto a excepciones?”, que te divierte, que te hace bien, y que llegás a querer. Y lo llegás a querer mucho. Pero bueno, a todo esto, antes de estar hasta el busto (por ser sutil y no decir “hasta las tetas”), antes de haber cruzado ese point of no return, no te dabas cuenta. No, claro, obviaste todas y cada una de las señales porque, una de dos, o estabas demasiado embobada mirándo lo que te ponía por msn, o simplemente querías ignorarlas, o las dos, nunca se sabe (sí, posiblemente sean las dos, porque es la única manera de ignorar señales TAN obvias). Porque, claro, JAMÁS, se te hubiera ocurrido que el hecho de conectarte e ignorar a los otros contactos de sexo masculino con algún interés feromónico en tu persona en pos de chatear con éste, exclusivamente, podía significar algo. Nah, qué voy a estar enganchada, boluda, dejá de hablar pavadas.  Y no, el hecho de querer encontrártelo a ÉL en el boliche, y no a cualquiera de todos los otros que podrías haberte encontrado o a alguno nuevo, tampoco podía ser un signo inequívoco de nada. Lo que pasa es que está re bueno y es inteligente, y una tiene que ir y dársela contra las paredes erigidas por su blog despótico y misántropo. Y no, cero, el hecho de que salgas con él, y sólo con él, y no porque seas un monumento inmaculado de la fidelidad, sino porque simplemente no tenés ganas de salir con otros, tampoco significa absolutamente nada. Todos significantes vacíos. Será por una cuestión hormonal. Parece que el SPM esta vuelta se me viene alargando como hace dos meses y me hace necesitar un cariño recurrente, sá, seguro que es por eso. No, amiga mejor, dejá de decirme que estoy enganchada, nada que ver, o sea, no me conocés? Plis. Enganchada, yo, que me llevo fabulosamente conmigo y me basto. Por favor, qué inconsciencia. Y encima mamá también, otra que tiene el tupé de venir y osar decirme que. Por favor, enganchar nada. ¿Que si me gusta? “Claro que me gusta, o por qué se piensan que quiero salir con  él”. Con cara de lo más obvio del mundo.  No, yo no sé de qué señales habla la gente, por favor (dígase con tono de escepticismo, casi como “tenés 15 años y creés en Papá Noel”).

Ahora, resulta que un día que entrás al facebook, por algún motivo, se hace la luz y es ese momento paralelo a aquel en que Dr. House descubre qué enfermedad tiene el paciente de turno. Y pensás: “¿Y qué pasa si mañana se borra y no me habla más?”. Y no decís “me muero”, porque tampoco vamos a ponernos a hablar pavadas, pero sabés que no querés que pase eso. Y te da miedo. Y entendés que estás absolutamente jodida, porque llegaste al punto en el que ya no tenés el control, estúpidos sentimientos (Carita de frustración con ojeras).

Y si las cosas siguen el curso normal, llega el “te quiero”. TE QUIERO, WTF, QUÉ PASA CONMIGO. Sí, querida, ¿te acordás que hace un tiempo dijiste NUNCA MÁS y seguro que hubo un pariente o alguien que, con la autoridad que imponen la vejez y la experiencia, se te cagó de risa? Bueno, ahí ves. No está en tus manos. Y podés seguir puteando a Dios y María Santísima y te vas a seguir sintiendo igual.

Porque el amor es como ir a bailar con tacos. Son divinos, pero después de horas te dan un dolor de pies que te tenés que ir del boliche llena de ampollas y a las re puteadas mientras le decís a tu amiga “nunca más vengo a bailar con tacos”. ¿Y qué pasa el sábado siguiente? Resulta que con el vestido nuevo los tacos te quedan divinos, y bueno, no está en mis manos.

Y sí, el amor duele como usar tacos, pero te ves al espejo y estás fabulosa. Y de última, siempre hay curitas para las ampollas.